LOS ULTRAJES
Volví a la ciudad anoche
después de días en el campo.
Fue cuando bajé del colectivo
apenas asomé un pie afuera
y un enjambre de humanos
me llevó a rodar ¡a rodar!
por inmensos edificios
-¡Esperen, esperen, es que! ¡Ah!
Yo tenía algo, una piedra, algo
que me había dado la montaña, tenía
era lúcido silencio que me devolvía
a las manos pequeñas de una vez.
Lo tenía, lo había visto, estaba,
y tempestades de caras y de voces
ahuyentaron mi silencio, pisaron,
destrozaron esa piedra preciosa
tan frágil como poder mirarse.
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El trajín de la ciudad, que hace que los descansos en el campo parezcan esfumarse en un santiamén.
ResponderEliminarUn abrazo
Un enjambre de las peores avispas...
ResponderEliminarque abundan en la ciudad al acecho de la miel.
Feliz semana Facu.ç
Un abrazo.
Ese silencio de la naturaleza, que nos devuelve la piedra preciosa de la infancia...Mi abrazo y feliz fin de semana, amigo.
ResponderEliminarEse silencio negado a los que trajinan en la ciudad, sólo puede encontrarse junto al mar o en el campo.
ResponderEliminarAl menos, ahí lo encuentro yo.
Saludos.
Para mí ese milagro está en el mar :)
ResponderEliminarUn beso
En el silencio de la naturaleza es donde uno encuentra la verdadera felicidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y nos emborronan los recuerdos de la infancia .Tanto ,tanto ruido!!
ResponderEliminarMuy bonito poema.
Besucos
Gó
Había dejado un comentario que parece que no entró.
ResponderEliminarConviértela en piedra de poder, tendrá más fuerza y te protegerá mejor.
Gracias por traerme hasta aquí. Me gusta lo que encuentro
Un abrazo
Qué bonita manera de describir lo que se siente cuando llegas a la ciudad después de estar unos días en la naturaleza... me he sentido tan identificada y me ha dolido que esa piedra se rompiera.
ResponderEliminarFacu que don tienes más hermoso.