• LA TRAMA DE LO PEQUEÑO •
Es la ingrávida danza del polvillo / sorprendida por una espada de sol –desde el suelo recostado me demoro en ella– minuciosas partículas apenas se mueven, flotan, viajan en el inmensurable espacio de la habitación, no emiten sonido alguno, todas se suspenden, uno atraviesa lentamente su mano y las partículas giran, se chocan, levitan silenciosas. Todo se lo debo al mínimo hilo de luz que entra por la grieta del postigo, ebrio de gozo me demoro en la maravillosa creación que forma parte de la trama universal –hay que ir a la escuela– gritan desde la puerta, creo que es la voz de mi madre –se hace tarde– y la voz se vuelve remota, estoy perdido en la danza del polvillo, me demoro sin apuros, soplo, todo ese mundo cósmico se enloquece, lo atravieso con mi cara, las partículas se abren a mi alrededor, giran, se suspenden, me demoro en ellas, y con qué lentitud, con cuánta parsimonia, no vaya a ser que detrás de todas estas cosas: esté esperándonos la eternidad.